¿QUÉ DEPORTE DEBE REALIZAR MI HIJO/A?
La motivación debe
dictar la elección de una actividad deportiva. Lo primordial es que al
niño le guste ese deporte. Los padres le pueden animar a practicarlo,
pero nunca obligarle. Es normal que a un niño le llame la atención un
determinado deporte influido por sus amigos o por los medios de
comunicación. ¿Qué niño no quiere ser piloto de Fórmula 1 o ciclista
cada verano del tour o futbolista en la final de la Champions League?
Debemos por lo tanto atender a los gustos del niño, pero siempre
tratando de tener en cuenta otros criterios de elección. La cercanía de
las instalaciones o polideportivos es un condicionante si el niño va a
practicar un deporte con frecuencia. El carácter del pequeño, es otro
factor importante; si un niño es tímido, por ejemplo, deberá ser
orientado hacia deportes de equipo como el baloncesto, en el que no sea
necesario que esté solo en una cancha. A los niños agresivos se les
aconseja los deportes de combate como el judo, que le permitan luchar y
canalizar su energía por medio de un juego con reglas.
Tenemos que tener en cuenta que en los adolescentes y preadolescentes no existe un desarrollo simultáneo, en lo que se refiere al aumento en la longitud de sus huesos y su desarrollo muscular.
Esto implica que debemos ser cautos a la hora de plantear entrenamientos de fuerza en estas edades, mediante programas específicamente adaptados y minuciosamente programados. Además de estos factores, hay que tener en cuenta las distintas categorías de competición, tanto masculinas como femeninas.
En cuanto a la densidad y consistencia ósea, parece ser que hay un aumento progresivo en los huesos desde la niñez hasta la madurez. En las personas que han realizado una actividad deportiva durante los años de crecimiento, este crecimiento es mayor. Así, reducen el riesgo de enfermedades por falta de mineralización, en los años posteriores.